Tras cinco partidos de Mehdi Nafti sentado en el banquillo del CD Badajoz, ya se puede decir que el equipo ha mejorado bastante respecto a las sensaciones que dejaba siendo el entrenador Patxi Salinas.
En lo primero que se nota es en el carácter que muestran los futbolistas desde el momento en el que pisan el terreno de juego. Salvo el día de la derrota en Jumilla, dejan a las claras la confianza que tienen depositadas en ellos mismos y en los planteamientos del propio técnico franco-tunecino, algo que está en el polo opuesto de las sensaciones que dejaban cuando Salinas era el director de orquesta.
Nafti ha demostrado hasta el momento también que es una persona que le da bastantes vueltas durante la semana a la preparación del encuentro del domingo. En función de las posibilidades que ofrece el rival y su propio plantel en cada momento, el esquema y los jugadores van variando. Esto hace que el rival nunca tenga claro a que Badajoz se va a enfrentar y que ningún futbolista blanquinegro se acomode en su puesto.
El técnico se ha ganado también a su propia junta directiva, que por otra parte es la misma que confió en él hasta el punto de ficharle con su pasado reciente en el descenso del Mérida a Tercera. Lo primero que hizo fue quejarse del mal estado del césped del Nuevo Vivero y, apenas un mes después, se están realizando trabajos de resiembra con la intención de mejorarlo. Una vez que se haga ya no habrá excusas.
Precisamente esto último, las excusas, es lo que más se le puede echar en cara al entrenador en estas cinco semanas. No hay duelo que no haga referencia al arbitraje, y eso sí que queda muy mal visto desde fuera. Los árbitros son simplemente un elemento más de este deporte.