El Badajoz hizo todo cuanto estaba en su mano para intentar remontar la eliminatoria el pasado domingo en Las Gaunas, pero no fue suficiente para lograrlo. Si nos hubieran preguntado antes del duelo si el marcar tres tantos en Logroño le valdría a los blanquinegros para pasar de ronda, estoy convencido de que muchos habríamos asegurado que sí pero, si algo evidencia este partido, es que en una fase de ascenso puede pasar cualquier cosa.
He de confesar que, después del 0-1 de la ida y, teniendo en cuenta que un gol puede llegar hasta cuando menos te lo esperas, yo tenía mis dudas sobre si el Badajoz saldría desde el primer minuto a buscar ese tanto que le diera el vuelco a la eliminatoria. Los pacenses, seguramente siguiendo indicaciones de Nafti, tomaron la acertada decisión de no dejar pasar un solo instante y comenzaron el duelo yendo a por el rival. Esta idea ofensiva fue la que hizo que lograran perforar tres veces la portería riojana.
A mí todavía me queda la duda de qué habría pasado en el primer partido si los blanquinegros hubieran salido también en el Nuevo Vivero con la idea de ponerse cuanto antes por delante en la eliminatoria. A toro pasado es muy fácil escribirlo, pero yo creo que en este tipo de duelos la suerte suele premiar al que más lo intenta.
Volviendo al partido decisivo, hay muchos aficionados del Badajoz que están poniendo en estos días el grito en el cielo por el arbitraje «sufrido» en Las Gaunas. Yo ni creo que fuera «un robo» ni que el trabajo del colegiado llegara a ser determinante.
Los dos penaltis señalados lo son, aunque puedo llegar a entender que hubiera cierta discusión en el cometido por Kike Royo. En el resto de decisiones, el árbitro sí que pudo ser un poco más ‘casero’, aunque eso hoy en día en el fútbol ya lo hemos aceptado como algo normal. Lo importante es que los blanquinegros estuvieron muy cerca de dejar KO a un auténtico equipazo como es la UD Logroñés.