Una vez que hemos logrado practicar ejercicio físico durante 45 minutos en sucesivas ocasiones y con una frecuencia adecuada, podemos hablar de hábito, y por lo tanto de rutina.
Que la rutina persista dependerá de nuestra relación con ella. Cuando veamos peligrar la realización de la rutina, haremos todo lo posible por llevarla a cabo si ésta nos motiva lo suficiente.
En cambio, la pospondremos o la eliminaremos de la agenda si no obtenemos placer de la realización de la misma o pensamos que no sirve.
Por ello intenta siempre:
–No sobrecargarte o saturarte por entrenar.
–Escribe un planning de la semana y piensa donde introducirás el ejercicio físico.
-Introdúcelo en el planning e intenta no eliminar ni posponer ese ‘ratito’, que es para ti, haciendo ejercicio. Piensa en ese ‘ratito’ como una oportunidad de estar contigo haciendo lo que te gusta. Una necesidad básica como el comer o el dormir, que pocas veces -o incluso ninguna- se aplazan o se eliminan de la rutina diaria. Puedes pensar también en ello como una obligación al igual que trabajar, si eso te ayuda.