Por rocambolescas circunstancias, solo he podido coincidir con Mehdi Nafti en una comparecencia. Por las referencias que ya tenía, añadida a mi curiosidad por este protagonista -ex jugador de élite con participación mundialista incluida-, hicieron que la contundencia y énfasis por marcar el territorio del franco-tunecino me dejara a mí un poco menos estupefacto que al resto de asistentes en la rueda de prensa, que se movían entre la risa y el gesto cariacontecido.
Ante la que muchos denominan dictadura de lo políticamente correcto, hay una serie de ‘rebeldes’ que muestran sarcasmo, desafío y aspereza ante las preguntas de la prensa. Pese a haber un nutrido grupo de casos, el que más resuena hoy día es el del técnico setubalense José Mourinho. Su estilo irreverente, rozando en ocasiones los límites de lo que se considera educado, enerva a unos y lo hace ser idolatrado por otros. En esa misma línea, aunque sin llegar a sus confines mediáticos, ha dejado entrever Nafti que se va a mover.
Sin tener aún del todo claro si se trata de una manera adecuada de actuar como portavoz del equipo, lo cierto es que esta manera de comparecer del técnico blanquinegro se salta todos los estándares de técnicos anteriores que, más allá de puntuales salidas de tono, mostraban un discurso sólido, uniforme, e inmutable fuere cual fuere la cuestión por la que se le preguntara. No es este el caso de Nafti, quien no dudó en convertir su primera aparición pospartido en una guerra cuerpo a cuerpo con todo aquel que buscara las cosquillas a la actuación del equipo.
Aunque celebro con mesura que existe alguien cuyas aportaciones se mueven más allá del manual de estilo de comunicación de los entrenadores, ya que así en la prensa vamos a pasarlo mejor en nuestro trabajo, al mismo tiempo deseo que en el momento apropiado sepa moverse en lo futbolístico, y olvide el seductor vodevil al que los técnicos de perfil borde y sincero conminan a sus homólogos a que se conviertan sus apariciones mediáticas.