¿Y ahora quién nos quita el derecho a soñar?

LA PREGUNTA PUÑETERA

Soñar es gratis, y en un mundo donde todo se está poniendo tan caro no es poca cosa. Amén de una mala tarde en Huelva, otras en las  que no hubo suerte, como en Villanueva, La Línea o el día que dejamos a todo un UCAM sobrevivir en el Nuevo Vivero, el derecho a tener ilusión a todo aquel que ve el vaso medio lleno ya es algo innegable.

El hecho de volverse temible en casa mostrándose como decía Fenry Gastón «sin piedad con los iguales», hace que, a poco que vengan buenos números fuera de casa, vuelva optimista a aquel que hace tiempo era, cuanto menos, escéptico.

No hay que dejar en un segundo plano la importancia de un grupo en el que todos son muy importantes al mismo tiempo que nadie es imprescindible. En las últimas semanas, ya sea por sanción, por lesión, o por algún tipo de cláusula indescriptible, prácticamente todos se han ausentado en algún momento y el equipo ha mantenido la misma línea de regularidad fuera cual fuera el resultado.

La paciencia y la fe han convertido un trabajo donde al principio el que el equipo no terminaba de sumar de tres en tres por pequeños errores que penalizaban de manera sobrehumana, a otro que con tanto más esfuerzo logra mostrarse implacable en Badajoz, y en los últimos tiempos, también muy sobrio lejos de la capital pacense.

Pero a todo esto hay que añadir lo del pasado domingo. El Badajoz no sólo sumó tres puntos en casa ante el eterno rival. Derrotar al Mérida significó que a los blanquinegros le hayan crecido alas para volar, garras y dientes para seguir descuartizando rivales como el otro día hicieron en la primera parte, y sobre todo, una ilusión que a ver ahora quién es el guapo que se la quita a esta afición.

Por supuesto, no hay que confundir ilusión con relajación o exceso de confianza. Eso sería la peor manera de desperdiciar el frenesí de gloria que cada día se hace mayor en este gigante. Eso sería perder una gran oportunidad de comenzar la siguiente temporada en el final de esta.

Por supuesto que confío en que banquillo y vestuario mantengan los pies en el suelo, pero esta afición, que cada día es más cómplice de su equipo, no puede estar privada de sonreír. Porque nos lo estamos pasando genial en esta fiesta, y hasta que ésta no se acabe, tenemos que seguir disfrutando.

 

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