LA PREGUNTA PUÑETERA
Aún sigo preguntándome si es mera casualidad o si existe algo místico en todo esto. Sevilla parece la cura de todos los males del Santa Teresa. Es la panacea que cura a un equipo que estaba herido en su orgullo porque no daba crédito al sucesivo infortunio que le rodeaba en las últimas fechas.
Los guiones de una fría mañana de enero de 2015 y otra de noviembre de 2017 separados por casi tres años de diferencia en el calendario, tienen en sus renglones historias bastante paralelas en las que la capital hispalense aparece como nexo de obligada unión.
Recuerdo bien aquel encuentro en la Ciudad Deportiva Antonio Puerta. Había salido temprano para poder contar aquel partido para este mismo medio. Desayunamos -como no- en El Ronquillo, indiscutible paraíso y templo del desayuno para todo aquel que viaje desde Extremadura hacia Heliópolis. Más tarde, de camino hacia el estadio, dos radares me fulminaron haciéndome perder dinero y puntos del carné.
El viaje que empezó con un café bien acompañado se iba viendo empañado por giros dramáticos de los acontecimientos. Habiendo llegado con más de una hora de antelación al recinto en el que jugaba el Santa, me encontré con una nueva sorpresa: las puertas aún no habían abierto y los operarios sevillistas no parecían tener ninguna prisa por hacerlo.
Cuando por fin lo hicieron, el tiempo apremiaba. Entraba a la carrera hacia las inmediaciones de rectángulo de juego cuando volví a encontrarme con una nueva sorpresa: Me dicen que no estamos acreditados. No obstante, tras varios dimes y diretes logramos obtener la autorización para acceder a ver el partido con alguna que otra llamada de por medio.
Llegamos para contar el encuentro a partir del minuto 5, uno antes de que el Santa se adelantara en el marcador. Por desgracia, la alegría no duró mucho. 6 minutos concretamente. Tiempo en el que las nervionenses tardaron en hacer el empate. El marcador no volvería a moverse en la primera parte. Pero donde sí hubo movimiento fue en la banda. Los entrenadores de uno y otro equipo; un delegado de campo trajeado de manera extravagante; un linier y los propios informadores allí presentes, nos vimos envueltos en una vorágine de desconcierto y esperpento.
Un andamio bien colocado para el míster local sirvió de recurso improvisado para medios gráficos. Un emocionante choque contado desde detrás de una valla. Todo por una inaudita decisión arbitral de sacar del recinto a los narradores del partido. Con todos esos ingredientes, se celebró una segunda parte en la que el Sevilla se adelantó en el marcador y más tarde, las pacenses verían como les era anulado un gol a favor de una manera incomprensible.
Cuando una nueva derrota parecía que iba a volver a aumentar el divorcio entre las pacenses y la permanencia, apareció la de siempre. Estefa ponía el empate con un testarazo que suponía los primeros puntos de las rojiblancas fuera de Badajoz.
Pero, por suerte, la cosa no iba a quedar aquí. En el descuento, Mireya García volvería a anotar llevando el apoteosis en forma de tres puntos. Todo ello en mitad del mayor de los caos. en la que la ex sevillista no celebró su gol por respeto a su antiguo equipo.
Conclusión: victoria balsámica para un equipo que después «se volvió un avión» según palabras de su entrenador, Juan Carlos Antúnez.
Tras esta detallada historia, no puedo dejar de acordarme de lo que le he repetido varias veces al propio técnico: «¿Y si es Sevilla otra vez?», preguntaba. Su respuesta era tan sincera como contundente: «ojalá».
Después de un inicio en el que sensaciones y resultados no han ido de la mano. Tras combinar la frustración de dolorosas goleadas con victorias que no llegaban a pesar de merecerlo, apareció Sevilla. «Sevilla tuvo que ser». Como decía aquella famosa canción.
Este domingo se dio una película muy parecida con un guión casi idéntico. Un equipo que quiere ganar de una vez que va por detrás en el marcador y que remonta gracias a su coraje y su fe impertérrita. Los dos goles de la capitana Estefa -con un golazo para el recuerdo incluido- dieron la justicia que este equipo necesitaba. La duda es ahora ver si se sigue cumpliendo el mismo guión de hace tres años cuando aquel avión cogió un vuelo del que no se bajó. La pregunta es ¿Qué tendrá Sevilla? que tanto estimula a este equipo a despegar.