El egoísmo de siempre

Juan Marrero dialogando con el trío arbitral en la ida de la histórica eliminatoria ante el Calahorra. | POL GARCÍA

Pequeño pero Gastón

A los que nos gusta el fútbol, en cada partido, solemos tener entre ceja y ceja a tres (o cuatro, según el caso) de sus protagonistas. El colectivo arbitral nunca dejará de ser el blanco fácil de nuestra ira. No hay fin de semana que no nos metamos con ellos directamente o le piten los oídos en casa. Esta es una actitud vanidosa y cobarde. Vanidosa porque siempre creemos que nosotros somos perfectos y nunca atendemos a nuestros propios errores, cuando los árbitros son personas que hacen su trabajo lo mejor que pueden (o que saben), igual que cualquier otra persona en cualquier otro oficio, y es cobarde porque los colegiados son solo tres y se enfrentan a cientos o miles de personas que le insultan simple y llanamente porque les apetece.

Las equivocaciones de los árbitros son inevitables y forman parte del fútbol. Parece de Perogrullo, pero la mayoría de las veces no lo vemos así. Lo único que se le puede exigir que mejore al colectivo arbitral es, muchas veces, el trato directo con los distintos jugadores y técnicos. A la hora de la formación, el Comité Técnico de Árbitros quizás tendría que centrarse un poco más en el aspecto de la psicología.

Cada vez que se para el juego, los colegiados no dudan en pedir a los futbolistas (unas veces con mejor talante que otras) que les hablen con buenas maneras o, incluso, que ni siquiera les digan nada. Esto es muy respetable, siempre y cuando ellos apliquen esta misma forma de pensar con el resto de compañeros sobre el campo. Todo esto tendrían que tenerlo muy en cuenta, puesto que los futbolistas y los árbitros desempeñan un trabajo bastante similar, aunque a veces unos y otros se empeñen en que no se parezcan en nada. Lo único cierto, es que ambos colectivos desempeñan su oficio en la categoría que se han ganado y les corresponde. Un jugador de Segunda B será peor que uno de Primera, igual que un colegiado de Segunda B será igualmente peor que uno de Primera.

Da pena absoluta la manera en la que tratamos a los árbitros en toda España, pero da más rabia cuando pasa en nuestra propia región. En Extremadura el nivel no deja de subir y cada vez tenemos más representantes a lo largo y ancho del fútbol profesional. Sin ir más lejos, el dombenitense Gil Manzano se estrena mañana como primer colegiado en Champions dirigiendo el Anderlecht-Celtic. El debate de los árbitros, con tecnología o sin ella, tiene pinta de que no se va a acabar nunca. Lo que está claro, es que el terreno de juego pone a cada equipo donde se merece.

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