LA PREGUNTA PUÑETERA
No puede ser. No doy crédito. Otra vez esta maldita sensación. Echo de menos lo que antes echaba de más. Era lo que me llenaba de vida al mismo tiempo que consumía preocupantemente la energía. Ahora ya no hay tiempo para ese debate. Todo aquello que llenaba mi mente y mis emociones se ha ido demasiado pronto y parece que es una eternidad el tiempo que queda para que vuelva.
Sí, es verdad. Estaba deseando que todo acabara. Como dijo aquel filósofo de lazo en traje: «me he vaciado y necesito rellenarme». Me vendrán bien unos días. Unas semanas quizás. Pero es que es inevitable pensar y poner una mirada retrospectiva en todo aquello que hace tan poco estaba ahí.
Puedo asegurar que nunca en mi vida he necesitado tanto descansar. El agotamiento no era bueno ni saludable, pero en la dualidad del «ni contigo ni sin ti» puedo asegurar que aunque destrozaras mi vitalidad, no puedo vivir sin ti. No sé aún por qué no te consideran una droga. Eres algo cíclico, adictivo y sin explicación.
Sé que tu vuelta tiene una fecha muy marcada. Pero es que son tantas las incógnitas…
Tengo miedo de que lo que sucede entre nosotros no vuelva a ser lo mismo que fue. Sé que la próxima vez que coincidamos todo va a ser maravilloso, pero… ¿cuán efímero va a ser el sueño?
Echo en falta las cuentas de lechera de «si ahora gano a este o empato con aquel». Extraño mis fines de semana perdidos en ti. Sí, eso es. Aquellos que antes me enfurecía que me quitaras porque podría estar haciendo otra cosa.
Tu ausencia es un futuro y un presente lleno de preguntas. Es ironía que después de estar todo el año lanzando preguntas, ahora tenga que esperar inmóvil a la respuesta de esta. Estoy seguro que por muy puñeteras que fueran mis interrogantes, tú también las echarás de menos. ¿A quién no le gusta que hablen de uno?
Sólo hay una cosa que me llena de alegría en todo esto. No importa lo que pase contigo o lo que pase conmigo. Sea cuál sea nuestro uniforme el año que viene, estoy seguro de que nos volveremos a ver.