LA PREGUNTA PUÑETERA
La sonrisa de Sofía Melchor es la del Santa Teresa. Su alegría, la de una afición. Con su regreso, el conjunto rojiblanco consigue un cartucho para armarse en una guerra abierta por buscar la salvación. El hecho de poder volver a contar con su presencia dota al club de la Liga Iberdrola de algo que ha adolecido desde el principio: una delantera centro nata.
La de Rena no tiene que hacer nada en especial cuando pise el césped, simplemente ser ella misma. Con ella en el campo, Antúnez vuelve a tener una referencia, esa que le ha faltado a las pacenses para poder fijar a las defensas, para jugar directo cuando se precise, y sobre todo, por algo que ha mermado en demasía al ‘Santa’ esta temporada: la falta de gol.
El preparador pacense admitió el pasado domingo tras el empate frente al Sevilla que penaliza mucho a un equipo jugar sin delanteros. Aunque parezca una obviedad, el carecer de 9 ha impedido al Santa Teresa de poder llegar más a portería contraria. Si no se llega a la meta rival, no se crean ocasiones. Si esas llegadas no se producen, es imposible marcar goles. Si no se anota, no se suman puntos. Si no se progresa en la clasificación, acabas pagándolo. Y este razonamiento, junto a otros que posiblemente haya que sumar, es lo que ahora nos lleve a invocar a un milagro que es muchísimo más posible con Sofía que sin ella.
Y está claro que aunque la joven atacante extremeña ha trabajado muy duro en su recuperación, tardará algunas fechas en recuperar su mejor nivel, su solo concurso en los encuentros que restan, aportará un valor añadido a un equipo que se ha visto huérfano en su vanguardia. En plena reconquista de las posiciones de permanencia será como aquella batalla del mismo nombre en la que el bando cristiano utilizó la figura del Cid Campeador fuera de combate encima de su caballo. Porque aún sin estar, estaba. Alentaba a sus aliados y atemorizaba a sus enemigos.
La esperanza del Santa Teresa se llama Sofía. Se le ha echado de menos. Mucho de menos. Y aunque sea una de las más jóvenes, se tienen toneladas de ilusión como si de la más consagrada se tratara. Si algún moderno del fútbol hizo célebre la frase de «no 9, no party», la fiesta comienza a partir de ahora.