LA PREGUNTA PUÑETERA
Cabeza y corazón. Dos elementos que tantas veces nos gustaría que convergieran en uno solo, parecen ir por separado para poder responder esta pregunta. La primera dirá que quiere los tres puntos, ganar el partido y triunfar por fin en un derbi regional que es además el más especial de todos. El segundo será menos misericordioso y no olvidará los últimos resultados cosechados ante el eterno rival.
El problema es que para cumplir algunos de esos dos deseos, hay que superar a un equipo que se tomará los noventa minutos en el Nuevo Vivero como una final. Deben hacerlo porque -al igual que el Badajoz- no le sobran puntos en la tabla. Deben hacerlo porque su afición no perdonaría que así lo hicieran.
Por supuesto que en el bando local estamos exactamente igual en cuanto a clasificación y exigencia de darlo todo se refiere -aunque nos creamos muy antagónicos a ellos en todo-.
Pero tan verdad es como que para gustos son los colores y que nunca llueve a gusto de todos. Hay quien si ganara por la mínima lo celebraría como un título, teniendo en cuenta los últimos malos precedentes, y hay a quien esto le puede saber a poco. Por supuesto, todo esto puede quedar en sorna por el bando romano si no luce el ‘1’ en la quiniela a las siete de la tarde del domingo. Las elucubraciones están para eso. Para adornar los instantes previos al gran derbi y pulsar la opinión de unos pacenses cuya hambre de victoria está fuera de duda. Pero lo que queda fuera de duda es que el apetito de unos se sacia mucho antes que el de otros.
La cuestión parece clara: ¿puede este Badajoz ganar de tres goles o más a este Mérida? Lo cierto es hace un par de semanas muchos lo creerían bastante más factible que ahora. Los pacenses estaban al alza, goleando a todos los rivales directos en casa, mientras que los emeritenses parecían más preocupados por encontrar esa identidad perdida que por cualquier otra cosa. No obstante, y teniendo en cuenta que el fútbol es una sustancia eminentemente mutante, la imagen romana ha experimentado una mejoría y el estado de euforia blanquinegro se ha diluido un poco en las últimas jornadas. Pese a ello, en el vestuario local hay ganas -y muchas- de devolver la bofetada recibida en la primera vuelta.
El próximo domingo se dirimirá si este debate puede llevarse a cabo, si el fútbol devuelve al Badajoz lo que tanto le ha quitado, o si tendremos que seguir esperando a que ese momento llegue.