LA FIRMA – ANTONIO RUIZ
Cuando un pacense como yo lleva tantos años fuera de su tierra emociona mucho seguir sintiendo tan fuertes y tan vivos los latidos del Bada, del club de la ciudad que me vio nacer y en cuyas categorías inferiores crecí con el sueño de ser futbolista pero, sobre todo, con la ilusión de competir cada semana defendiendo el escudo de mi corazón.
Recuerdo, como si fuera ayer, aquellas tardes de frío y lluvia en las que después del instituto San Fernando preparaba mi bolsa de deporte y me encaminaba hasta el Vivero (el viejo, el de siempre) para entrenar con los infantiles y, más tarde, juveniles.
Recuerdoaquel vestuario espartano, muy humilde y las duchas que daba pena verlas y por las que no salía más que un chorrito de agua y no siempre caliente. Pero era nuestro vestuario, sagrado.
Tengo en mi memoria muy fresco a los ídolos de entonces, las estrellas de aquel Bada en la recién estrenada Segunda B: Paco Herrera, Cerebro Gonzalez, aquel portero que volaba de palo a palo, Valero, el guante en las botas del libre Román, zurdo, balones medidos al pie a 40 metros.
Aquel Ceballos, central expeditivo que levantaba una cuarta del suelo a los rivales cada vez que les entraba a ras de suelo, aquel Tienza, delantero rápido y habilidoso.
Recuerdo, como ayer, aquel Trofeo Iberico, Top entre los torneos de verano donde descubrí a uno de mis grandes ídolos, Luis Pereira, un libero brasileño del Atlético de Madrid que jugaba bailando y que ahora es muy amigo.
Después de casi 33 años fuera de Badajoz sigo sintiendo muy cerca a mi Bada del alma. Vibro, nervioso, con cada paso que intenta dar en busca del sitio que la Historia le debe después de tanto atropello. Y vivo con el sueño de no acabar mis días sin ver esos colores albinegros ondeando orgullosos en la máxima categoría del Fútbol Español.
Siempre tuyo, mi Bada!!!!!
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