El deporte es un estado de ánimo, y es lo que está marcando el devenir de CD Badajoz y Santa Teresa esta temporada
El Badajoz y el Santa Teresa pueden ser considerados posiblemente los dos equipos de la ciudad. Uno por ser el que más masa social arrastra, y el otro porque es el que más alto ha llegado en el mundo del balompié de la capital pacense. Pero la vitola de ser los más representativos de una localidad de poco más de 150.000 habitantes, no es lo único que comparten blanquinegros y rojiblancas. El encefalograma deportivo que dibujan ambas escuadras puede compararse hasta el punto que puede llegarse a pensar que los dos conjuntos están puestos cada uno al lado de una balanza: si uno está bien, el otro anda renqueante. Si el segundo se recupera, el primero tropieza incomprensiblemente.
Los dos Viveros están condenados a no coincidir en época de bonanza: mientras que el Nuevo empezó de manera inmaculada durante los primeros meses del año, en el Viejo aún no son capaces de encontrar una lógica a tan discreto inicio. Una vez que las féminas dieron pistoletazo de salida a una prometedora remontada, la «Armada Invencible» de Óscar De Paula comenzó a tener que achicar agua hasta que el naufragio se tornó inevitable.
Con la llegada de un nuevo capitán al navío badajocista, las dudas se fueron disipando tras un escéptico inicio, y vuelve a mostrar actividad en sus constantes vitales. Y como no, en casa del vecino de Primera volvió a pasar lo que nadie quería: Tras un ilusionante despegue, el bienestar se ha esfumado. Dos goles encajados casi al final, y tres puntos más que podrían haber tenido, y que hubiesen sido valiosísimos, se van al limbo.
Si por un lado soñaban con alzarse con el título, y en otro llegar a la Copa de la Reina, más les vale aprender de sus errores, y ponerse de acuerdo para triunfar. Porque vivir el entusiasmo del momento y saber mantenerlo, es siempre mucho más productivo que hundirse en la resignación de pensar que algo es imposible.