La UBP se convierte en finalista tras vencer a Paideuterion en un choque vibrante
«Ad Augusta per Angusta». El dicho latino asegura que la gloria se consigue luchando. La frase es aplicable a cualquier batalla que se presente en la vida, pero en el deporte adquiere un tono épico que más de un equipo ha adoptado como lema. La Unión de Balonmano Pacense podría tatuárselo en el escudo.
Los verdes se clasificaron para la final merced a un partido vibrante, mucho más emocionante que táctico, mucho más mental que técnico. Era un cara o cruz en el pabellón Antonio Domínguez, un trampantojo de final. Y así se lo tomaron pacenses y cacereños.
El choque fue un partido de arreones constantes. El primero fue de Paideuterion, que comenzó el partido aprovechando la exclusión de Borja Yerga a los 30 segundos para ponerse 0-2 en el marcador. La UBP obtuvo rédito durante la primera mitad de sus ataques por el centro, y gracias a ello consiguió igualar el marcador. Con la entrada de Yerga en pista, el equipo se volvió más sólido en defensa y se llegó a distanciar por cuatro goles, la máxima renta del partido.
Paideuterion, ayer de azul, realizó varios cambios tácticos para contrarrestar el empuje verde. Primero una defensa mixta a Javi del Pozo que duró casi todo el partido y después un ataque con dos pivotes que resultó un quebradero de cabeza para la defensa pacense. La aportación ofensiva de Samuel Menéndez desde el extremo y de David Bachiller y Julián Moldón desde primera línea fue fundamental para que el partido se marchase con 13-13 al descanso.
La grada, clave
A la vuelta de vestuarios, el partido perdió buena parte de su actividad frenética. El choque se volvió más impreciso por culpa de unos nervios que comenzaron a pasar factura en la toma de decisiones de los jugadores. En ese primer intercambio de golpes tras la reanudación, Paideuterion se mostró mucho más sólido.
Tuvo en sus manos el pase a la final el equipo cacereño, que en un primer momento intentó acelerar para elevar el tanteador a un resultado superior a los 23 goles (en la ida, empate a 23), en el que las tablas le clasificarían para la final. Moldón, Menéndez, Bachiller y Alfredo González coparon toda la actividad ofensiva del conjunto cacereño, que también gracias a su solidez defensiva en zona central llegó a marcharse de goles.
La situación clave del partido se produjo en los últimos diez minutos. Paideuterion tuvo dos ataques con 18-20 para marcharse a dos goles de distancia. Una jugada de precipitación y una buena parada de Manu Fernández permitieron que el equipo y la grada pacense cogiera aire tras contener el aliento durante varios minutos.
En la recta final, Héctor Miranda cogió la batuta del ataque verde para dirigir la orquesta y encontrar tres goles que le dieran la vuelta a un partido que se había vuelto demasiado tenso. El empuje de la grada, que llenó el pabellón Antonio Domínguez, llevó a la UBP en volandas y desquició por momentos a un Paideuterion al que le faltó cabeza fría para cerrar un partido que estaba en sus manos.
En la última jugada, ya con todo decidido, Héctor Miranda fue expulsado con tarjeta roja directa por lanzar el balón cuando los árbitros ya había señalado falta de pasivo. Todo apunta a que se perderá la ida de la final, que la UBP disputará tras Semana Santa contra el ganador de la eliminatoria entre Tierra de Barros y Plasencia. Fue el único lunar de una espléndida tarde de balonmano en Badajoz. La moneda al aire entre Paideuterion y UBP acabó cayendo del lado pacense.