LA PREGUNTA PUÑETERA

Llevo días triste y apenado. Un único tema ha sitiado las mentes de todo ser viviente durante los últimos días y no parece tener ninguna prisa por salir. El caos se hace poderoso alimentado por el odio de unos y la pasividad de otros. La guerra de identidades, banderas y sentimientos supura más que nunca tras mucho tiempo coagulado. Y lo que peor llevo de todo esto es, sin duda,  cómo afecta al deporte.

Partidos a puerta cerrada. Banderas que deambulan en los estadios y están cosidas en las camisetas solamente para 90 minutos. Erúditos que sollozan en zona mixta ahogados en una angustia política. Mientras tanto, otros se tiran a través de redes sociales cualquier objeto afilado que encuentren. Hasta hace no mucho, tenía en esta gente la posibilidad de evadirme de toda esta basura creada a partir de la bilis de un conjunto de incivilizados.

Ellos jugaban y yo los veía. Ellos movían la pelota y mi vista se perdía en ella. Ellos marcaban goles y yo los celebraba o los maldecía según tocara en ese momento.  Pero los que otrora eran los héroes que me inyectaban el opio que necesitaba,  en los últimos tiempos se han manchado en el barro y cubierto de fango.

Teniendo en cuenta este panorama, ya solo queda mirar a los de siempre. A los que ganen o pierdan, nunca decepcionan. A aquellos que siguen trayendo ese opio que necesito cada domingo –o cualquier otro día que jueguen-.

En mitad de esta vorágine de pensamientos divisorios, este miércoles hay uno que consigue unir incluso a los que no están de acuerdo aún sintiendo los mismos colores. ¿Quién no tenía ganas de ver al Badajoz volver a jugar contra un primera división?

Hoy es el Trofeo Ibérico. Fiesta del fútbol pacense -y extremeño también, por qué no decirlo-. Entre tanta polémica, controversia y ambiente enrarecido, hoy toca disfrutar. Aunque se pertenezca al sector que todo lo aplaude o el que todo lo critica. Hoy todos los que somos diferentes, somos iguales gracias al Trofeo Ibérico.

Hoy el Badajoz y su trofeo deben ser capaces de librarnos, aunque sea por un rato, de todo el malestar que causa el cisma dentro de un país. El Nuevo Vivero debe hoy se puede convertir en un reino independiente de la discordia y ser el del deleite y la ilusión.

 

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1 COMENTARIO

  1. ¿No ha sido el trofeo un desastre en si? Cuando el club ha tenido que poblar las gradas de canteranos, padres y demás para que el vivero no presentara un aspecto desolador. No creo que se hayan vendido mas de 1200 entradas. Un desastre que encima nos puede pasar factura el domingo.

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