Desde que el fútbol es fútbol y, sobre todo, desde que este deporte mueve millones de euros, el blanco de las críticas de los equipos y los jugadores son los árbitros. Algunos de estos críticos se llenan la boca a la hora de decir que ellos no hablan del colectivo arbitral. No os lo creáis. Todos hablan.
Los árbitros son simplemente deportistas. Como cualquier otro de los que están sobre el campo y en el banquillo. La principal diferencia es que mientras cada jugador está arropado por otros diez compañeros más, haga lo que haga y diga lo que diga (no importa si tiene razón o no en lo que hace o dice), el colegiado está solo en una discusión.
Además, los equipos tienen una afición que les respalda allá donde van. Estos mismos son los primeros que se meten con el árbitro porque se creen que esta es la mejor manera de defender a su club. Esto solo lo hacen cuando piensan que el trencilla se ha equivocado en su contra. Cuando el fallo es a su favor, por supuesto no dicen nada.
Para defender a tu equipo, lo primero que hay que defender es el fútbol. Y para defender el fútbol, es fundamental defender a los profesionales del arbitraje.
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