Pregúntale a cinco personas quién era Luis Aragonés y obtendrás cinco respuestas distintas, pero su figura no deja indiferente a ninguno de los amantes de este deporte. Líder, esa era la palabra que lo definía. Hoy se cumplen cinco años desde que nos dejase uno de los mejores entrenadores que ha dado nuestro país, pese aunque a veces no hayamos sabido verlo.
Si como jugador no tenía parangón, tampoco lo tuvo como míster. Hay un antes y un después en la historia del fútbol español, y el momento del cambio viene marcado por aquel al que llamaban el sabio de hortaleza. En aquellos momentos de cambio, en los que España venía tocada tras caer en Alemania frente a la Francia de Zidane y compañía, una selección en constante transformación visitaba Badajoz para enfrentarse a Lietchestein en el estadio Nuevo Vivero. Sería el primer paso de los de Aragonés en su camino a la conquista de la Euro 2008.
Imposible olvidar aquel Vivero engalanado de rojigualda. Badajoz respondió a la llamada de una selección que, tras una eliminación del mundial de 2006, llegaba con sus dudas, incluida la de Luis Aragonés, al que se ponía en la picota una y otra vez.
No es que fuese un partidazo, pero cuando la selección juega en tu ciudad siempre es especial, y aunque entonces no lo sabíamos, era el comienzo de algo grande. España formó aquel día con Casillas, Ramos, Pablo, Puyol, Pernía, Xabi Alonso, Albelda, Fábregas, Raúl, Villa y Torres. El conjunto español exhibió dudas ante un rival menor, aunque eso no impidió a la afición pacense disfrutar de los tantos de Fernando Torres y Villa. Ese mismo día, Luis Aragonés hizo salir al que el día de mañana sería el héroe del fútbol nacional, Andrés Iniesta. El encuentro acabó con 4-0 a favor del combinado nacional.
En la memoria queda aquel 2 de septiembre de 2006, en el que la selección dio un paso del que pocos eran conscientes. Aquella España estaba a las puertas de la historia gracias a un entrenador que haría que su legado cambiase el destino de una selección venida a menos.