EL BALÓN CUADRADO
Es algo inherente al caracter español. Somos de reírnos hasta de nuestra sombra y, más aún, cuando al vecino le ocurre una desgracia chistosa. Somos de jactarnos del mal ajeno, de sacarle puntilla donde quizás no la hay y de burlarnos hasta la extenuación de aquello que nos puede servir como diversión con los colegas y familiares. Somos así.
Este sábado el Real Madrid conseguía hacer historia y lo hacía en Kiev ante 9,3 millones de espectadores en el mundo. Quizás, uno de los eventos deportivos del año junto a la SuperBowl, el Mundial de fútbol o la final de la NBA.
Ante tantos ojos puestos en el partido, las miradas se centraron en Loris Karius, el portero rival del Real Madrid que erró en dos de los tres goles que encajó. Dos fallos que le costó a su equipo, el Liverpool, la final de la Champions.
Al termino del partido, cuando los focos y las cámaras se centraban en las sonrisas y la alegría de la familia blanca, al otro lado de la fiesta estaba Karius avergonzado, con lágrimas en los ojos y con un corazón roto pidiendo el perdón de su afición, que yacía desolada en el fondo contrario donde festejaba el título los españoles.
Y poco tardaron las redes sociales en inundarse de memes e imágenes donde se reían de los fallos de Karius. Eso sí, con «humor», por si no lo he resaltado. Un humor cuestionable, donde la gracia se me antojaba amarga al ver la trayectoria indiscutible del portero aleman, llegando a ser portero titular de un equipo puntero de la premier a sus 24 años y tras pasar por equipos como el Stuttgart, Manchester City, Mainz 05 y su actual equipo, el Liverpool. Eso, por no contar con sus numerosas participaciones con la selección alemana en categorías inferiores.
Esta mañana mis grupos de Whatsapp, como el de media España, amanecían con imágenes que rozaban el insulto al deportista. Padres con hijos, algunos en fútbol base, dejando al portero al límite de la ridiculez. Entonces me asaltaba la reflexión personal. «¿Cómo vamos a crecer en todos los ámbitos si enseñamos a nuestros hijos a reírse del mal ajeno, a hacer del fallo un drama, a dejar ver que perder no es ganar sino hundirse en la miseria?».
Y algunas podrán achacar esta reflexión al poco humor. Y yo admito que con algunos memes me he reído. Pero una cosa es humor y otra, humillación. Hay chistes y chistes y hay límites que nos hacen crecer como humanos y que nos enseñan valores.
Cuando dejemos de burlarnos de fallos como el de Karius, entonces comenzaremos a estar en el camino realmente de los valores deportivos.