EL BALÓN CUADRADO
Recuerdo la última vez que las caravanas de coches al Estadio Nuevo Vivero arañaban la avenida Sinforiano Madroñero. Era 2006 y la Selección Española de fútbol volvía a Badajoz después de ocho años. Y es que a los pacenses se nos ve de lejos por dos características muy comunes: Somos noveleros y, para más inri, somos noveleros que dejamos todo para el final.
El caso es que eran las cinco de la tarde, el silbato del árbitro se escuchaba por la radio y aún no conseguíamos aparcar la gran mayoría. Ver los aparcamientos colapsados me ponía nervioso pero a la vez feliz. Hacía mucho tiempo que no veía así el campo para un partido regular de liga. Para ser más exacto, la última vez que recuerdo así el estadio, en líneas generales, es cuando nuestro Badajoz estaba en Segunda.
Pude ver a gente que nunca antes les ubicaba en el Vivero. Aficionados de estos casuales, de los que solo aparecen a las grandes citas. Colecciones de bufandas de todas las épocas y camisetas que yacían en el armario desde la última vez, acumulando polvo. El Nuevo Vivero se engalanaba para un partido, pero ya sabíamos que no era un partido cualquiera. Era el derbi, enfrente el Mérida y en la mente, la revancha. La Grada 1905 y los hinchas del fondo ponían el fondo patas arriba con un tifo digno de grandes tardes blanquinegras y, atreviéndome a etiquetar, con un toque de grada argentina. Confeti, banderas al viento y un cartel en grande que rezaba «Badajoz, familia y honor».
Se lanzaron fuerzas desde redes sociales, desde la grada en el último entrenamiento, desde el Líbano con soldados pacenses bandera en mano y de forma más tímida desde la habitación de un hospital de Getafe. Todo granito de arena contó para montar este gran castillo de estabilidad. Y no sólo hoy desde luego. Si tiene mérito el gran juego del equipo, más mérito aún tienen aficionados que de forma altruista, durante la semana fueron vendiendo entradas por su cuenta, organizando la animación e invirtiendo su tiempo en estos colores.
El Badajoz sigue más vivo que nunca, la temporada sigue y, con estas tardes con sabor a Segunda, la ilusión crece.