Pablo a Timoteo

LA FIRMA – JUANMA CARDOSO

Los reyes magos me trajeron un balón de reglamento, como se decía entonces, y una bicicleta. Luego empecé a pedir dinero y la magia se rompió. Hice las pruebas para jugar en el Badajoz, el Puerta Palmas y el Rayo Pardaleras, pero no supieron apreciar al intratable 9 que había en mí. He pisado el barro de la Metalúrgica, los Maristas y los Salesianos y el césped del Vivero,  la Granadilla y Agraz, en Villafranco, y solo saqué en claro una lesión de rodilla para toda la vida y acabar de pichichi con los chicos de la prensa. Corrí los 1.500 en la mili y casi muero en el intento. Hice judo y kárate pero me partieron las gafas y me dieron cuatro puntos por encima de la nariz. Con el baloncesto, no llegaba y, en el balonmano, me llevaba todos los palos. En el salto de longitud, siempre acabé con las rodillas raspadas y en el de altura, me llevaba la barra por delante. Con la velocidad, vomitaba y, si era natación, inevitablemente me hundía. Con el ciclismo, pufff, una vez llegué hasta Olivenza y tuvieron que ir a recogerme porque no era capaz de regresar. Que nadie se llame a engaño. A mí el deporte me encanta. Tardes de Preferencia y Tribuna en los dos Viveros, Marmesat, Crespillo, Cerebro, Rodri, Tienza, Pozo, Copito algo menos, porque ya me cogió desinflado, el partido del ascenso con el Cartagena, los argentinos, Tebas, Barradas, Ziarreta, Munitis, Maceda, Mancuso, el Madrid con motivo de la riada, los trofeos ibéricos, la Selección, el Preolímpico de baloncesto y, más que nada, por la tele, la natación sincronizada y el vóley playa. Femenino, por supuesto. En la primera epístola del apóstol Pablo a Timoteo uno se lo dejó muy claro al otro: el ejercicio físico poco aprovecha y, algo irreverente por mi parte, añado: ya sí es por la tele, en la grada o en un palco, la cosa cambia. Que ahí solo se desprecian las cáscaras. Lo bueno que tienen los tiempos es que cuando la vida no te da cualidades para el deporte, te las puede dar para convertirte en un buen aficionado, aunque aún tenga pendiente sacarme el abono del Badajoz para este año. Pero, ahí está mi encanto: veo la tele, sigo los resultados y me hago los puentes sin excesos, o sea, que le hago caso a Pablo como si fuese Timoteo.

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