Copito se marcha dejando una huella imborrable no solo en el Badajoz, sino en toda la ciudad
Admito que no le conocía. Quizá por eso me sorprendió tanto. Yo vivía en Madrid y estaba inmerso en el ajetreo de la universidad cuando empezaron a llegarme los ecos. En Badajoz se hablaba de nuevo de nuestro fútbol. No se hacía de manera triste. No era un fado que lamentara la desaparición del CD Badajoz. Se hablaba, milagrosamente, con renovada ilusión.
Los ecos pacenses traían el nombre de Copito. Hablaban de un delantero que marcaba los goles, como mínimo, a pares. Contaban de que se había convertido en hombre referencia, talismán, capitán e icono. Aseguraban que la grada se había enamorado de él.
Constaté que no era para menos en cuanto cogí el teléfono y le llamé para entrevistarle. Era tan sencillo y tan humilde como aquel Badajoz 1905 que militaba por entonces en Primera Regional. Derrochaba carisma y mostraba en cada frase su agradecimiento por el cariño recibido. En aquella conversación, recogida en una extensa entrevista, David Copito dejó varias frases que hoy, en su retirada, quiero recordar.
«Ahora es el ‘boom’ del Badajoz», contaba en noviembre de 2011, cuando muchos descubrimos que se le caían los goles de los bolsillos. Media España puso entonces la mirada en un modesto Badajoz renacido y en un delantero que se había convertido en el máximo goleador nacional de entre todas las competiciones. Ni Messi, ni Ronaldo, ni Falcao marcaban cuando Copito sí que lo hacía.
Pero antes de llamar la atención a nivel nacional, Copito ya había engatusado a la ciudad. «Ahora la afición tiene un símbolo«, aseguraba por el por entonces presidente Fernando Valbuena. El capitán daba empuje, compromiso, corazón y, sobre todo, goles. Así llegó a convertirse en un ídolo para la parroquia blanquinegra. Una nueva ilusión en tiempos difíciles. Sangre nueva aportada por un veterano.
Retirada
Aquel Copito de finales de 2012 venía de pasar una temporada en blanco, de vivir momentos muy complicados. «Me habían detectado una mancha en la cabeza. Me dijeron que tenía algo grave, que podía darme un infarto cerebral si seguía jugando», contaba entonces, refiriéndose a los problemas de salud que tuvo en el Jerez y que le apartaron del fútbol una temporada.
Tras sacudirse el susto, Copito volvió a jugar al fútbol en Badajoz. Volvió a oler el césped, a marcar, a sentir el aliento de la grada. Tenía 34 años, y pese al cariño, ya por entonces era consciente de que tenía que vivir cada momento en el campo como si fuera el último. «Por mucho que quiera estirar el fútbol sé que se acabará», aseguraba.
No era difícil acertar en el vaticinio. Su propio cuerpo, en concreto su rodilla, le ha dicho cuándo debía terminar. Eso también lo adelantó en noviembre de 2012. «Llegará un momento en el cuerpo no va a responder -explicaba-. Una retirada a tiempo es una victoria. Prefiero que me recuerden como el Copito que marcaba goles en lugar del Copito que se arrastraba por los campos», sentenciaba.
Y así será. Copito se retira siendo el máximo goleador histórico del Club Deportivo Badajoz, siendo un emblema, una parte del escudo, un ejemplo para la cantera. Lo deja tras haberse convertido en el hombre que devolvió la ilusión por el fútbol a una ciudad entre la que había cundido la desilusión. Se marcha el jugador, pero el símbolo queda para la historia.
PD: Algún día espero poder contar a mis futuros nietos que narré un ascenso del Badajoz. En ese ascenso, por supuesto, no faltaron los goles de Copito. #GraciasCopito
En los casi setenta años que llevo de seguidor del Club, nunca conocí un jugador tan emblemático. Incluso más que Rafa Pozo, que ya es decir.