Dani tiene baloncesto, mucho baloncesto en sus manos. De ese que desgastan tu físico, de los que exprimen tu tiempo, pero sobre todo, de ese que te hace tener más amigos.
Quizás se trata de una “rara avis» en nuestro baloncesto pacense. Más de 15 equipos en el currículum, más de 12 destinos en el pasaporte a lo largo y ancho del territorio español, y sin embargo, cada entrenamiento es una nueva oportunidad para el.
Debes profundizar en cantidad si alguna cana quieres hallar en todo su rubio cabello. Parece un tipo enemistado con el tiempo, porque solo en la veteranía salen las cuentas en lo de la edad.
Estilo característico
Mirada fija, calcetines a menos de media pierna y zapatillas al más puro estilo norteamericano. Ningún conjuro y lejos de supersticiones antes de comenzar el encuentro, o al menos eso aparenta. La comprensión atlética sigue patente y el gesto es de compromiso a la hora de afrontar la final, pese a haber estado en más de una. Disputa su segunda final four de la mano del equipo que le vio crecer y, pese a sufrir un virus gástrico, consigue tirar del carro de sus compañeros de los cuales algunos aún no vislumbran ni el ecuador de su carrera.
El pabellón universitario de Plasencia llegaba a los 600 espectadores, y aún con esa presión añadida, consigue plantar cara al campeón de la competición y a jugadores que llegan a sacarle los 25 centímetros de diferencia. Y lo vuelve a hacer, a poner a prueba al destino, a jugar con la lógica de la física y hasta de la ley de vida.
Porque aunque su edad haya rebasado la barrera de los treinta, hoy hemos podido comprobar como Dani Callejo, sigue siendo un hombre de treinta y tantos, de treinta y tantos puntos en una final nacional de Extremadura. Y porque aunque haya motivos para fijarnos en sus treinta y tantos años, su potencial y su calidad hizo poner las miradas en los treinta y tres puntos que anotó. 33 puntos de 73 puntos anotado por todo el equipo.
¡Benditos treinta y tantos!
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